La terapia sistémica hunde sus raíces en la terapia familiar cuyo objetivo de estudio son los sistemas familiares y sus subsistemas: Conyugal, parental, fraternal, Individual y otros grupos de pertenencia significativos.
Desde la perspectiva sistémica, el todo sería mayor que la suma de las partes, lo que querría decir que lo más importante se descubre en la relación, es decir, en el proceso de interacción entre las personas y no tanto en la observación del individuo aislado.

Una herramienta fundamental para la terapia familiar sistémica es el Genograma, una técnica de evaluación y diagnóstico que recoje los aspectos más imporantes del árbol genealógico que nos precede y sigue, y que muestra perfectamente como, además de cosas materiales, heredamos también valores, enfermedades o pautas de interacción.

Poner comprensión a las primeras experiencias vinculares resultará fundamental para entender cómo se conforma el carácter y las futuras relaciones adultas ya que, en estos primeros años se construye el autoconcepto y la autoestima asociada a él.
Ser conscientes de que formamos parte de un linaje familiar, y reconciliarnos con estas primeras experiencias honrando y agradeciendo a nuestro sistema familiar es vital para poder desarrollar todo nuestro potencial y autenticidad.