El pasado 19 de abril se celebró el Día Internacional de la Biodanza y con él también se conmemora el nacimiento del creador de este sistema de crecimiento emocional, el chileno Rolando Toro, psicólogo y educador.

Me nace hacerle este pequeño homenaje ya que, en mi propio camino, allá por el 2014, supuso un descubrimiento que trajo grandes regalos a mi vida. Luego os contaré acerca de mi experiencia, primero os contaré algo sobre su historia y sentido.
¿Qué es Biodanza?
Según la definición de la Organización Internacional de Biodanza SRT, la Biodanza es “Un sistema de integración humana, renovación orgánica, reeducación afectiva y reaprendizaje de las funciones originarias de vida en ambiente enriquecido. Su metodología consiste en inducir vivencias integradoras por medio de la música, del canto, del movimiento y de situaciones de encuentro en grupo“
Fue creada en la década de los 60 por el chileno Rolando Toro, después de aplicar durante años la danza en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, a la cual accedió gracias a la gran amistad que le unía con el renombrado psiquiatra Claudio Naranjo, “padre” de la clasificación de personalidad basada en el Eneagrama.
El Eneagrama y la Biodanza son dos sistemas complementarios que nos ofrecen un camino de autoconocimiento por distintas vías. Por eso Ronaldo afirmaba lo siguiente:
“Los juegos de psicodanza son un conjunto de experimentos de expresión corporal. Aluden al poder musical para curar enfermedades, invocar las fuerzas de la naturaleza, despertar el amor o el deseo, armonizar las sociedades… Para lograrlo, hay que despertar en el hombre la musicalidad interior perdida y restituir su vitalidad animal”
Rolando Toro siguió investigando y compartiendo experiencias con otros psicólogos como Carl Jung, Fritz Perls y René Spitz, hasta crear el Sistema que hoy se conoce como Biodanza, basado en ejercicios terapéuticos que se agrupan en cinco líneas de trabajo:
- VITALIDAD: En esta línea se trabaja para despertar la energía vital, favoreciendo la conexión con el movimiento y la fuerza interior. A través de los ejercicios se activan las condiciones sanas del movimiento, así como la capacidad de cuidar el descanso para reponer energías.
- AFECTIVIDAD: Entendida como la capacidad de sentir y expresar amor. Comprendiendo que no somos seres aislados y que necesitamos de la energía del otro para salir de la individualidad que genera nuestra sociedad. Ayuda a despertar la ternura y la empatía.
- CREATIVIDAD: La capacidad de reinventarse y jugar con las posibilidades desde una sensibilidad, fluidez y espontaneidad. Ayuda a conectar con tu niño/a interno.
- SEXUALIDAD: Entendida como la capacidad de sentir disfrute y placer. Fuera de la genitalidad impuesta socialmente, y ampliable a cualquier elemento que nos despierte el placer de disfrutar de los sentidos. Disfrutar del movimiento, de la música, de un olor, en definitiva, del goce de vivir.
- TRASCENDENCIA: Ayuda a ir más allá del Ego y conectar con una Conciencia Superior que abarca todo y a todos.

¿Cómo fue mi experiencia con la Biodanza?
Allá por el 2014 escuché que, en el centro en el que pasaba consulta, un grupo de Biodanza funcionaba los martes y miércoles a las 20:00 horas. La facilitadora, Maria José Morales Gutiérrez, gran persona y profesional, psicopedagoga y formada en el Sistema de Rolando Toro, me animó a participar en varias ocasiones.
Al principio no veía posible que fuera una opción para mí. La música siempre había sido un recurso propio terapéutico. Pero bailar delante de otras personas en un contexto estructurado, me parecía algo imposible de realizar debido a mi timidez.
Cuando lo probé, porque soy tímida pero valiente, comenzó para mí un viaje lleno de regalos en forma de personas y experiencias que resultaron de gran ayuda terapéutica en mi propio proceso personal. Entre otras cosas:
- Conocí e interioricé el valor de los límites sanos. Comprendí que, siempre sintiendo y respetando mi necesidad interna, podía salir o no al encuentro del otro poniendo por delante mi necesidad. Y a la vez, escuchando y respetando la del otro. En definitiva, aprendí a establecer límites sanos con amor.
- Eso me aportó relajación y descanso en mi cuerpo y en mi mente. Descubrí que, en la relación conmigo misma y con el otro, podía siempre activar la escucha interior hacia mi necesidad.
- Por supuesto, el disfrute, las risas, la naturalidad, la espontaneidad. El sentirme sostenida y parte del grupo, fueron regalazos que, aún hoy, mantengo activos en mi corazón.

¿Por qué hacer Biodanza?
La Biodanza puede ser de gran ayuda si sientes que necesitas soltar el cuerpo y conectar con tu parte más instintiva y natural. Aprenderás a establecer límites sanos contigo mismo/a y con los demás. No lo dudes, Te invito a danzar.
Porque como dice el dicho, “Baila con el corazón y tus pies te seguirán”
Con cariño, Verónica.
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