Para empezar, quizá debiéramos analizar el significado de la palabra obsesión. Las obsesiones son definidas como pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes, involuntarios y persistentes. Además las personas que las padecen las consideran repugnantes, inaceptables, absurdas o sin sentido, y les ocasionan ansiedad o malestar.

Obsesión no patológica
Podría abordar este fenómeno desde distintos planteamientos, pero lo hago desde un punto de vista no patológico que entiende las necesidades humanas, las obsesiones y las emociones como procesos naturales que abordar.
En este sentido, le devuelvo el poder a la persona ofreciendo la oportunidad de comprender, que en la obsesión que hoy se padece hay refuerzo pasado. Que a su vez, está reflejado biológicamente en conexiones neuronales que dominan su vida de una manera que le causa dolor. Por tanto, se podría hacer el esfuerzo contrario hacia hábitos más saludables que le trajeran mayor Bienestar, sin necesidad de recurrir a los fármacos.
“Si deseo recrear esa emoción positiva que sentí, deberé hacer acciones similares a las que realicé”
Esto me recuerda a la historia Cherokee, “Los dos Lobos”:
“Una mañana un viejo Cherokee le contó a su nieto acerca de una batalla
que ocurre en el interior de las personas.
Él dijo, “Hijo mío, la batalla es entre dos lobos dentro de todos nosotros”.

“Uno es Malvado – Es ira, envidia, celos, tristeza, pesar, avaricia, arrogancia, autocompasión, culpa, resentimiento, soberbia, inferioridad, mentiras, falso orgullo, superioridad y ego.
“El otro es Bueno – Es alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, bondad, benevolencia, amistad, empatía, generosidad, verdad, compasión y fe.
El nieto lo meditó por un minuto y luego preguntó:
“Abuelo ¿Qué lobo gana?”
El viejo Cherokee respondió: “Aquél al que tú alimentes.”
Enlazando con esta historia y para comprender como funcionan las experiencias sensitivas “al desnudo”, hay que saber lo siguiente:
Las emociones, cuya base fisiológica descansa en el Sistema Nervioso Autónomo (SNA), tienden a disminuir su intensidad a los segundos de haberse presentado. Un ejemplo muy típico de esto, es la curva de ansiedad. Del mismo modo, es necesario recordar que también las emociones agradables, como la felicidad, la satisfacción, el bienestar, la alegría, son estados emocionales que cumplen los mismos patrones fisiológicos que todas las emociones. Es decir, aumentan, se mantienen, disminuyen y dejan de experimentarse, precisamente porque son autónomas, independientemente de lo que haga el sujeto.
Una buena manera de vivenciar el carácter impermanente de todos los fenómenos, es a través de la meditación. Si dejas de forzar, de resistirte o de luchar contra toda actividad mental y pasas al modo orientado a Ser. Si permaneces en la respiración o el elemento que hayas escogido para centrar tu atención, observando como todo cambia, permitiendo que todo siga su flujo natural, podrás percibir como los pensamientos, las emociones y las sensaciones, hacen su aparición. Y así verás que como pájaros que cruzan un paisaje, simplemente desaparecen. De esa forma lo experimentarás si no te aferras a nada en concreto, solo permaneciendo abierto a la experiencia, tal y como es. Esto no resulta fácil al principio, pero como todo músculo del cuerpo, cuanto más se practica, más beneficios obtienes al centrar la atención.
Cuando dejas de querer que ocurra otra cosa, que la que está ocurriendo en este instante, estás dando un paso muy profundo. Un paso que te lleva al encuentro de lo que hay, aquí y ahora. Tan solo abrazando el momento presente y saliendo de las tan dolorosas expectativas, principal motivo de sufrimiento para muchas personas.
Y es que, como decía el gran psicólogo Carl Jung:
“Uno no alcanza la iluminación fantaseando figuras de luz sino haciendo consciente su sombra. Lo que niegas te somete, lo que aceptas te transforma.”
Soltar la obsesión solo es posible si puedes observar con Conciencia y aceptación aquello que te lleva a quedarte atascado/a. La calma, la visión profunda y la sabiduría solo surgen, cuando puedes reconocer verdaderamente que eres completo, sin tener que buscar, agarrar ni rechazar nada.
Abrazar la experiencia del momento presente, permitiéndote vivirla sabiendo que, como dice el dicho:
“Esto también pasará”
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