…entendiendo la propia historia familiar.
Una gran amiga y maestra, me decía después de muchos años de bella soledad elegida:
“En este momento de mi vida, mi alma anhela vivir la relación de pareja para poder verme.”
Yo la escuchaba y reflexionaba. Escuchaba cómo me decía que no quería una pareja para mitigar ningún sentimiento de soledad. Tampoco por el hecho de ser normativamente mejor aceptada. Asimismo quería mirarse a través de ella y ganar más y más claridad acerca de sí misma. Por supuesto el Universo la escuchó, y esa persona llegó. Ahora creo que no podía tener más razón.
En la vida adulta, la relación de pareja quizá sea la que más va a ponerte a prueba.

La relación de pareja requiere de una intimidad y una cercanía, de la que es difícil protegerte si quieres realmente experimentarte y crecer con la misma. Además quedan pocos huecos para escaparse de quien eres, de lo que sientes y de lo que sigues cargando acerca de tu historia familiar.
En relación a esto, me viene a la cabeza la siguiente historia de Nasrudim:
– “¿Cómo puede ser que nunca te hayas casado, Nasrudim”? – le preguntó su amigo.
– “Bueno, tengo que decirte la verdad, pasé mi juventud buscando a la mujer perfecta. En el Cairo encontré a una mujer bella e inteligente, con ojos como aceitunas, pero era muy cruel. A continuación, en Bagdad, conocí a una mujer que tenía un alma maravillosa y generosa, pero no teníamos ningún interés en común. Una mujer tras otra me parecía al principio la elección perfecta, pero pasado un tiempo descubría que le faltaba algo. Hasta que de pronto, un día, allí estaba ella. Era bella, inteligente, generosa y amable. Lo teníamos todo en común.
– “Bueno… ¿qué pasó?, ¿por qué no te casaste con ella?
– “Es algo muy triste…” – contestó Nasrudim, mirando pensativo a su taza de té. – “Parece ser que ella buscaba al hombre perfecto.”
Esta historia me trae la reflexión, de qué papel juegan nuestras expectativas en nuestra experiencia.
Vivimos en una sociedad que invita a la adicción como forma de escape de uno/a mismo/a. De igual modo la relación de pareja es objeto de distracción, al igual que hacemos con el trabajo, la belleza, el sexo, las drogas, los bienes materiales…
En primer lugar, proyectamos en la nueva relación nuestras expectativas más profundas para esconder nuestros agujeros emocionales. Al final más tarde o más temprano nos vemos decepcionados, porque no cumplió con aquello que en un principio nos ilusionó.
Y es que la palabra ilusión, en su connotación negativa, nos habla de la esperanza, sin fundamento real. Una esperanza de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y que cuya consecución parece especialmente atractiva. Así enfocamos muchas veces el amor en la relación de pareja.
Solo a través de la Conciencia, podemos atravesar esta experiencia de forma más elevada, guiándonos por la sabiduría del corazón.

Por tanto, hay otra manera de acercarnos a la relación de pareja. Y para eso me gustaría partir de las 4 leyes de la espiritualidad, tan necesarias para comprender que todo lo que sucede, atiende a un propósito mayor:
- 1. La persona que llega a tu vida siempre es la persona correcta.
- 2. Lo que sucede es lo único que podía hacer sucedido.
- 3. Cualquier momento en que comienza algo es el momento correcto.
- 4. Cuando algo termina, termina.
Teniendo en cuenta que nada es un error y que la relación de pareja que llega es la propicia para nuestra evolución, podemos contemplarla como una gran maestra que atender. Viene a espejarnos, mostrarnos nuestras ilusiones, miedos, rabias, inseguridades, valores y juicios, que hablan de nuestra persona. Así que es muy positivo observar, si uno/a quiere y aprovechar esa oportunidad para el Crecimiento Personal.
Hay algunas preguntas que podemos hacernos para entrar más y más en las profundidades de nuestro Ser y comprender la personalidad que hemos conformado a través de nuestra vida e historia familiar.

Estos podrían ser algunos ejemplos:
- ¿Cómo ha sido el conflicto más importante que enfrentó la relación de tus padres?
- ¿Cómo viviste la relación con tu padre y tu madre, los cuales representan el primer hombre y la primera mujer de tu vida?
- ¿En qué medida observas que ese conflicto se refleja en tus relaciones?
- ¿Reconoces algún patrón que se repite en tus relaciones?
- ¿Cuál es tu rol en la pareja?
- ¿Te sientes capaz de vivir en soledad, o bien la vives como un periodo entre pareja y pareja?
Por consiguiente, tendrás que entrar más y más en este proceso de auto-descubrimiento y dejar de poner las expectativas de cambio, sobre la otra persona para que se ajuste a tu falsa ilusión. También agradecer la experiencia que la vida te trajo y aprovecharla para tu propio desarrollo de Alma.
En este sentido, el anhelo de mi amiga no iba tan desencaminado. Ya que actualmente su Ser, al lado del de su pareja, evoluciona a través de dificultades, aprendizajes asertivos y mayor apertura de corazón.
Y es que como decía mi querido y admirado Carl Jung:
“Quien mira hacia fuera sueña, quien mira hacia dentro despierta”
Te deseo una consciente, sana y provechosa apertura de corazón.
Con cariño, Verónica